Saturday, November 26, 2011

Ede (Holanda) y Bruselas (Noviembre 2011)

La pequeña ciudad de Ede en Holanda es vecina de la ciudad universitaria de Wageningen, a una hora de Amsterdam. A pesar de su pequeño tamaño y relativo aislamiento, tiene restaurantes notables. El más memorable es el Pomphuis (“Pump House” o “Casa de la Bomba de Agua,” Klinkenbergerweg 41, Ede, NL). Nos ofrecieron el menú incognito de otoño. Solo nos preguntaron si teníamos alergias a algo o si había algún ingrediente o tipo de carne que no podíamos comer, porque los platos los escogía el Chef. Fueron elegantemente presentados, con ingredientes muy frescos, en donde disfrutamos de una sucesión de platos a base de choros, salmón y venado, y acompañados de frutas frescas, vegetales y hongos. En Holanda además nos sorprendió la calidad del pan en general, variado y siempre fresco. Definitivamente en Holanda se come bien.

En Bruselas, nos alojamos en el Stanhope Hotel, un hotel amplio, bien iluminado, y de decoración clásica. El desayuno además de ser caro fue un poco pobre y con ingredientes que no siempre estaban frescos. A pesar de eso, recomendamos el Hotel por su ubicación y excelente servicio.

La primera noche cenamos en La Villete (Rue de Vieux Marche aux Grains 3), en la zona de restaurantes del Mercado de Pescados (Marche au Poisson). El restaurante estaba repleto de turistas, lo cual nos debió servir como señal. La Gallina de Guinea, Waterzooi a la Gantoise (típico plato Belga de pollo hervido en una especie de sopa), y el vino no tuvieron nada de especial. El servicio fue bueno, pero no hay razón para regresar jamás.

La segunda noche si fue memorable, primero gracias a la visita al Café y Chocolatería de Frederic Blondeel (Quai aux Brisques Baksteentkaai 24) en donde tomamos café y chocolate y comimos los célebres Waffles de Bruselas, muy superiores a los Waffles corrientes por su consistencia y finura. Esto fue seguido por una excelente cena en el Viva M’Boma (Rue de Flandre 17), recomendado en la categoría de “Gourmand” por la Guia Michelin. Felizmente hicimos reservaciones porque el restaurante se llenó totalmente. Es un restaurante estrecho, con las mesas muy cerca unas de otras, y con las paredes recubiertas de mayólicas. El ambiente está lleno de energía. El vol-au-vent relleno de hongos y puré de Illuminata y mi Ternera estuvieron magníficos. El servicio fue amigable y correcto. Es un lugar frecuentado por los locales y en donde se come exquisitamente bien, además de disfrutar de excelentes vinos (tomamos un Merlot Chileno importado directamente por ellos de calidad excepcional). En resumen, un restaurante muy recomendable.

Salvador e Illuminata

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